lunes, 18 de agosto de 2008

Mirando televisión.

Calladita por la vida, se escondió tras un arbusto. No quería que nadie la observara, ahí como una estúpida, como una pobrecita... Nunca imaginó que tendría un despertar, tras un tiempo de maldiciones por fin logró abrir los ojos, sin embargo, lo único que observó fueron cosas atroces. Vio clones y clones, uno tras otro, todos iguales, con pequeñas diferencias que los identificaban en grupos. Todos hacían lo mismo, todos comían lo mismo, todos hablaban de lo mismo. Tras días de oscuros pensamientos, observó un objeto que le llamaba la atención... No tenía ni idea qué era esa caja plateada, sin embargo, la curiosidad la envolvía, así que con un poco de complicación, apretó un botón pequeñísimo y tras un segundo de espera, la pantalla se iluminó y una luz penetrante le rompió los ojos, obligándola a llorar. La tragedia aumentó, las escenas que vio fueron un cuchillo desgarrador de las paredes de su corazón. ¡En un canal observaba el hambre inundado de tristezas y en el otro a una "celebridad" de rumores "comprometedores"! El hablar de la gente era como el de la lengua de una serpiente, las torpezas que se decían le quebrantaban el alma. Comerciales, comerciales y más comerciales. ¡Falsas ofertas de felicidad y plenitud! Con un mareo de pies a cabeza, logró apagar la maldita caja y tras un desmayo que nunca la hizo caer, se sentó a sollozar por el mundo, por la sociedad... Días de lágrimas inundaron su hogar, la puerta cayó y como un barco en una marea brava, recorrió todo Santiago hasta que el río terminó. Finalizada el agua, se bajó y no podía creer lo que ahí encontró: Una mano que la acompañó.

Anhelo

Anhelo