- -Es la resignación, mi amigo, es la resignación.
- -No entiendo.
- -No hay nada que entender, es solo que...
- -¿Qué?
- -Me duele esta posición.
- -¿Cuál posición?
- -Ya sabes, esto de no saber el lugar de mis sentimientos y lo de no entender mis intenciones.
- -¡Así es la vida! ¡Cumple tu condena, admiradora de sueños!
- -¡Cállate!
- Dicho esto, lanzó un puño contra el espejo, destrozándolo en mil pedazos.