Siento el ramo de flores sin pétalos, son los tallos espinosos rozándome las piernas, siento el cielo abrasador, ¡el sol me quema tanto…!
Es ahí cuando entras tú y me miras, pero no me ves. Yo te miro y me quedo observándote.
Hace seis meses me hubiese acercado con valentía, sin importar el grueso filo de un campo muerto, sin embargo, hoy solo te observo, te pienso.
Te pienso cada día, y me lleno la boca de tu nombre, ya que, más que mal, eres la duda, la duda de la soledad que tengo asumida.
No vayas a ser como él… ¡no!
Las nubes lloran y es mi cara la que recibe el agua, el río fluye y me llama a caminar, algunas rosas me apoyan, me dicen que continúe, sin embargo, solo yo sé que lo mejor es quedarse en sentimiento.
Mi vida es un sentimiento, un síndrome de Hamlet continuo.
Me conformo con poder mirarte, observar tus ojos y sentir en aroma de los tuyos. No deseo algo más que una poesía sustentada, una melodía a base de un pulso acelerado y un danzar de sentimientos.
Es mejor así.