miércoles, 21 de mayo de 2008
Esmalte de uñas
Hace días ya, he visto los dedos de muchas mujeres coronados por un esmalte de color chillón o bien, negro. Cada 24 horas, aumentaba la lista.
No puedo explicar por qué, pero el hecho de ver la misma escena en repetidas ocasiones, comenzó a molestarme y, luego, a enrabiarme.
Todo esto no estaba asumido por mi consciente, por lo que cuando mi amiga me preguntó si quería que me pintara las uñas, no supe que responder y vacilante, le dije que probáramos.
Groso error.
Cuando me miré mis dedos luciendo un rojo fosforescente, común, trillado y visto en muchos dedos, me nació una angustia interna, una rabia, una marea roja dentro de mi corazón.
Me saqué la pintura de inmediato. Le agradecí a mi amiga por su buena voluntad, pero no podía seguir con esta marca social.
Cuando llegué a mi hogar, agarré el esmalte blanco de uñas y con minuciosidad me teñí una por una.
-Nadie usa el blanco -pensé- esto es un grito de ruptura puro. O es negro o es color chillón.
Me sentía bien al saber que en mis manos veía algo fuera de lo común, sin embargo, todo se tornó gris al darme cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo: todas se pintaban las uñas, y yo por alguna razón difícil de explicar, lo hice para estar en contra, lo cual, fue una falacia, ya que ayudé y fui parte de la gran cantidad de mujeres que se disfrazaban las puntas de los dedos, aunque las mías fueran de color blanco inmaculado...
La rabia me sedó el cuerpo y con exasperación, busqué la acetona. Recién ahí descubrí que se encontraba en la pieza del fondo (pieza que para llegar hay que pasar por el patio).
Llovía copiosamente, no podía llegar hacia allá, debido a mi vestimenta nocturna más un amenazante dolor en mi garganta.
Me resigné con tristeza y comencé a tocar piano, practicando me desahogué. Toqué una hora y media o dos, no estoy segura, la cosa es que cuando vi mis manos después de tan hermosa práctica, la felicidad me inundó el alma.
Como el esmalte estaba húmedo, al tocar se me salió en gran parte, liberándome de aquella atadura globalizadora.
Una vez más el piano me aleja de esta perra sociedad.
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