martes, 27 de mayo de 2008
Soy
El Sábado pasado, me preguntaron en pastoral una cosa que me dejó un perpleja...
-¿Eres feliz?
No lo sé, sinceramente no sé qué pasa.
Lo tengo todo, no soy pudiente, pero nada me falta.
Una parte de mí le echa la culpa a los traumas de la niñez, a las burlas, a la muerte de mi papá... otra, le echa la culpa a la sociedad.
Hoy, también, me he cuestionado un tanto mi situación: ¿Soy depresiva? ¿Soy amargada?
No lo entiendo... no logro comprender qué sucede, me niego a ir a un psicólogo, sin embargo, sigo llorando la muerte de mi padre (hace 10 años)
Recuerdo como era antes: inocente, feliz, alegre, positiva... creo que las constantes palabras de desaliento y los fuertes golpes me han impedido seguir caminando erguida.
¿Qué está pasando? ¿Soy feliz?
En algunos momentos, llego al cielo, pero en otros el sufrimiento me carcome desde los pies hasta los más profundos sentimientos.
Cuando me dicen que hago algo bien, cuando me felicitan, me dan fuerzas para no caer a la fosa, pero cuando se burlan, siento como me resbalo, como me entierro en mis propios sentimientos.
Cuando me rechazan, cuando se ríen... algunas veces son los mismos amigos que se ríen por los defectos de uno, no lo hacen con mala intención, sin embargo, me muero de dolor.
No sé si soy feliz, lo único que sé es que soy. No tengo idea si soy amargada, algunos desgraciados lo deben pensar, bueno, yo no me siento amarga, sino como la flor más extraña del campo. Mis más cercanos me creen depresiva, yo lo llamaría incomprendida.
No soy depresiva, ni soy amargada, sólo soy. Soy yo misma.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Esmalte de uñas
Hace días ya, he visto los dedos de muchas mujeres coronados por un esmalte de color chillón o bien, negro. Cada 24 horas, aumentaba la lista.
No puedo explicar por qué, pero el hecho de ver la misma escena en repetidas ocasiones, comenzó a molestarme y, luego, a enrabiarme.
Todo esto no estaba asumido por mi consciente, por lo que cuando mi amiga me preguntó si quería que me pintara las uñas, no supe que responder y vacilante, le dije que probáramos.
Groso error.
Cuando me miré mis dedos luciendo un rojo fosforescente, común, trillado y visto en muchos dedos, me nació una angustia interna, una rabia, una marea roja dentro de mi corazón.
Me saqué la pintura de inmediato. Le agradecí a mi amiga por su buena voluntad, pero no podía seguir con esta marca social.
Cuando llegué a mi hogar, agarré el esmalte blanco de uñas y con minuciosidad me teñí una por una.
-Nadie usa el blanco -pensé- esto es un grito de ruptura puro. O es negro o es color chillón.
Me sentía bien al saber que en mis manos veía algo fuera de lo común, sin embargo, todo se tornó gris al darme cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo: todas se pintaban las uñas, y yo por alguna razón difícil de explicar, lo hice para estar en contra, lo cual, fue una falacia, ya que ayudé y fui parte de la gran cantidad de mujeres que se disfrazaban las puntas de los dedos, aunque las mías fueran de color blanco inmaculado...
La rabia me sedó el cuerpo y con exasperación, busqué la acetona. Recién ahí descubrí que se encontraba en la pieza del fondo (pieza que para llegar hay que pasar por el patio).
Llovía copiosamente, no podía llegar hacia allá, debido a mi vestimenta nocturna más un amenazante dolor en mi garganta.
Me resigné con tristeza y comencé a tocar piano, practicando me desahogué. Toqué una hora y media o dos, no estoy segura, la cosa es que cuando vi mis manos después de tan hermosa práctica, la felicidad me inundó el alma.
Como el esmalte estaba húmedo, al tocar se me salió en gran parte, liberándome de aquella atadura globalizadora.
Una vez más el piano me aleja de esta perra sociedad.
domingo, 18 de mayo de 2008
Insaciable
A las tres de la tarde en punto, un hambre salvaje se divulgó por cada sector de mi estómago; con ademán exigente, el órgano me gritó agitando el jugo gástrico:
-¡Aliméntame!
Sabía que si hacía caso omiso habrían fuertes consecuencias, por lo que abrí inmediatamente mi refrigerador y me preparé un gran emparedado con mucha salsa de autoayuda, luego, una porción de llaves de sol y de fa y finalmente un jugo de salsas escénicas para calmar mi sed.
Zampé la comida lo más rápido que pude, pues los gritos de mi estómago me estaban dejando sorda. Terminé los comestibles y miré mi cuerpo: seguía estando horriblemente raquítica y hambrienta de saber.
martes, 13 de mayo de 2008
Cuando el movimiento mental no es suficiente...
¿Se han dado cuenta que todas las féminas, o la gran mayoría, tienen unas habilidades extravagantes para mover su cuerpo, sobre todo sus caderas? Bueno, "para variar", yo tenía que ser diferente y mis habilidades en la danza -y en el movimiento básico- son penosas...
Hoy, en el taller de teatro, pasó lo que temía, aquello que me provoca una duda vocacional gigantesca, eso que me hace tiritar, y que cuando me obligan a hacerlo, mis ojos se ponen vidriosos y las ganas de llorar son despanpanantes: bailar.
-Kiki, adelante -ordenó amistosamente la profe.
-No... ¡por favor! Noo... -supliqué.
De nada sirvieron mis ruegos, la orden la tuve que cumplir, aunque de la manera más triste existente.
Mientras, los hombres se movían con energía y las mujeres se lucían entre la música, yo estaba ahí, en blanco, sin la más mínima pizca de ocurrencia y con una tensión corporal que hacía frágiles mis músculos, paralizándome el corazón hasta hacerlo sufrir y elevándome los grados de vergüenza hasta puntos inimaginables.
No recuerdo que fue lo que dijo la profe, pero fue una palabra de aliento, la cual -entre mi tensión- me llegó como una puñalada al estómago, la fulminé con la mirada, al igual como lo hacía con todo aquél que intentaba ayudarme.
Cuando uno se siente débil y vulnerable -como yo en ese momento- no acepta el consejo ni los ánimos del otro, te envuelves en una coraza que no deja ver las buenas intenciones de la gente.
Me pregunto qué habrá pensado mi ser primitivo en ese momento, y es que el complejo de egocentrismo, solo me dejaba pensar en que yo era el centro de la negativa atención y que mi lugar en la sala era el de un payaso triste, que haría reír a todos los demás.
Nadie se mofó de mí, por lo menos no en mi cara, pero si la pena con la que me observaban los ojos de las féminas y la mirada pícara de los hombres que me invitaban a seguir su baile, me hizo sentir como el niño con síndrome de down en la clase de superdotados, como el sordo en la clase de música, como el ciego en la clase de arte visual y finalmente -la peor- como el asalariado en Las Condes.
Maldito baile, es un catastrófico obstáculo en mis sueños, espero poder superarlo, ya que si no lo hago, me ahogaré en mis propias lágrimas.
lunes, 5 de mayo de 2008
Amor de oruga
Mientras devoraba una hoja con sus pequeños dientes, la oruga, como cada día, vio pasar a la hermosa mariposa. Sabía que no era adecuado y que su amor por ella era imposible, sin embargo, el corazón de la oruguita latía con toda fuerza cada vez que la sublime mariposa volaba por sus alrededores.
Ambos insectos eran buenísimos amigos.
-Yo soy una mariposa y tú una joven oruga -recordaba constantemente la mariposa- si soñáramos con estar juntos, jamás podríamos. ¡Qué bueno que somos solo amigos!
La oruga sentía que su corazón se partía cada vez que el insecto decía esas palabras. ¡Cómo deseaba ser una mariposa para estar a su altura! Para poder estar a su lado y así iniciar una relación.
Un día, la oruga no pudo más y le dijo a la mariposa lo que sentía. Ésta la miró con pena, cómo sabiendo que había perdido una amistad.
-Lo siento -le dijo- pero es mucha la diferencia.
Dicho esto, salió volando rápidamente.
La oruga no podía parar de llorar, tanta era la pena, que se envolvió entre sus lágrimas y se encerró en un manto por ella misma tejido.
Pasaron los días y la oruga no despertaba.
Una mañana soleada, la oruga abrió los ojos, pero ya no era una oruga, sino una sublime mariposa.
Cuando su amiga la divisó, cambió su mirada hacia ella, como diciendo que esta vez le daría una oportunidad.
-Creo que ahora podemos estar juntos...
-No -interrumpió la ex-oruga- Te amo, pero desaprovechaste la oportunidad que te dí. Me hiciste sufrir, solo porque no querías arriesgarte.
La nueva mariposa salió volando hacia el horizonte, dejando sola a la otra ingrata.
sábado, 3 de mayo de 2008
Marcos va al supermercado
Sus ojos se posaban donde la oscuridad estaba más presente. Que difícil es encontrar penumbra en un super, pensaba Marcos, lo único que él deseaba era sentarse entre las sombras y llorar como una niña.
Marcos estaba aburrido de los parámetros sociales, el chico quería salir de ese terrible molde llamado sociedad. ¿Por qué no podía romper a llorar en medio de los lácteos? ¡ah, se le olvidaba! medio mundo lo señalaría con el dedo y sus padres pensarían que está depresivo.
Hoy en día no puedes dibujar un retrato de tí mismo muerto, porque el resto piensa que quieres suicidarte, hoy no puedes llorar en medio de un lugar concurrido de gente, porque el resto te apunta como un bicho raro.
Marcos tenía completamente asumida su condición de ser humano diferente, sin embargo, nunca había querido decírselo a nadie, no hacía falta.
Marcos soñaba con volar a otra región, a otro mundo, a otro espacio. El universo es tan extenso, pero los seres humanos sólo giran en un pequeño círculo.
El adolescente, no tenía amigos ni mucho menos una novia, sin embargo, eso no quitaba la posibilidad de estar enamorado. Soñaba con tenerla entre sus brazos sin que ella se fijara en el lunar social en que se había convertido.
-Son $20.500 -cobró la cajera.
Los padres de Marcos pagaron los productos y le indicaron al chico que fuesen al auto.
Malditas idas al supermercado, como las odiaba.
jueves, 1 de mayo de 2008
Una sonrisa imborrable
Existen muchas personas en este mundo que son infelices, tristes, depresivas, insatisfechas...
Por eso, a las que no lo son, hay que hacerles un homenaje:
Sé que han habido veces que haz estado muy triste, que haz llorado como una nena y que haz deseado dejar de existir, pero aún así sonríes.
Sé que haz tenido problemas en tu vida, y como todos los seres humanos, tu estadía en este mundo no ha sido perfecta, y aún así sonríes.
Sé que tienes que soportar a gente desagradable y/o extraña, gente que te pide muchos consejos a diario, que siempre espera una palabra de ánimo de tu parte y si no la obtiene se molesta (gente como yo, porque así soy algunas veces contigo. Lo siento) y aún así les sonríes.
No sé como eres tan feliz, pero no sabes cuánto me alegra de que así seas.
Me encanta que hagas y digas estupideces, que no tengas vergüenza y que seas como eres.
Pues así eres feliz.
Tú, Felipe, eres una sonrisa imborrable. Te felicito por ello.
Gracias por ser mi amigo, gracias por soportarme y por estar a mi lado inclusive sabiendo que te he mentido.
Gracias. Te quiero mucho.
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